Los programas de reconocimiento envían un mensaje importante a todos
los empleados del grupo, y no sólo a los «ganadores». Concretamente, el mensaje
es: «He aquí a otra persona que no será cesada hasta después de que le hayamos
crucificado a usted». Pero no es ese el único beneficio. Los programas
de reconocimiento ayudan a identificar la casta social a la que pertenecen
todos los empleados.
No hay programas de reconocimiento en los niveles
más altos del organigrama, puesto que se trata de un factor de motivación para
los empleados que pululan los niveles inferiores. Ellos saben que si trabajan
duro podrán acceder a un nivel de dirección en donde no existan los programas
de «reconocimiento».
Una vez me concedieron un «Premio de reconocimiento»
en la Pacific Bell. Cuando me acerqué a recoger el premio, se vio claramente
que el responsable del programa ni siquiera sabía qué función desempeñaba yo.
Rápidamente se inventó un proyecto totalmente ficticio en beneficio de los
asistentes, y me agradeció efusivamente por mi valiosa contribución al éxito de
ese programa inexistente.
Me sentí más «feliz», pero mi autoestima no creció
lo suficiente como para pensar que había llegado el momento de pedir un aumento
de sueldo. Sentí tal motivación que me planteé seriamente trabajar esa tarde,
sacrificando mi siesta.